miércoles, 16 de diciembre de 2009

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Caminaba por una ciudad irrespirable y cubierta de tráfico a paso rápido. Tenía hora al dentista a las 6:30. Eran las 6:42 con 34º Celcius a la sombra.
Llego al edificio, entro al elevador. Piso 15. Toco el timbre, y me abre la desagradable secretaria
, con mala cara entro y descubro que hay 2 personas antes que yo en la sala de espera. Super.
No pude estar sentada más de 3 minutos, en un acto de desesperación me levanto y salgo de la consulta casi corriendo, esperaría en otro lado.
Pero donde, si salía a la calle me arriesgaba a sucumbir bajo los rayos UV y volver derretida a la consulta pidiendo auxilio.
De pronto una idea cruzó por mi cabeza, rápidamente entré al ascensor hasta piso 30; y al ver el
letrero de "prohibida la entrada" en la puerta que daba a la azotea me entusiasme un poco, bastante quiero decir.
Luego de tomar algunas fotografía con mi cámara (la llevo igual cómo llevo ropa interior) aprovechando la hermosa vista, me relajé un rato, hasta que por supuesto la dulce realidad
volvió cuando un tipo apareció y me hechó diciendo que si no bajaba inmediatamente iba a llamar a Carabineros.
En fin, perdí la hora al dentista.

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